Tomar
distancia para redescubrir los hechos, las transformaciones sociales y los
logros de nuestras sociedades, es un buen ejercicio.
Nuevamente
desde el País Vasco en España es cuando redescubro los avances y logros que se
van entretejiendo por toda Colombia. Es probable que sean las estribaciones y
las elevaciones de montañas derivadas de los tres ramales principales en los
que se divide la cordillera de los Andes en Colombia, lo que nos impida ver
cuanto ocurre en cada una de las regiones naturales. Los paisajes, los sucesos
y los progresos colectivos son distintos, sin embargo el no conocer esto último
ralentiza y baja el impacto a los progresos, a tal punto de que se impide
generar cambios sociales importantes.
Ejemplo de
lo anterior, son las formas creativas y novedosas con las que cientos de
organizaciones de mujeres vienen empoderándose para trabajar por la equidad
entre hombres y mujeres en busca de acabar la violencia sexista, ideas que no
llegan a ser conocidas ni por la sociedad, ni por las organizaciones de
mujeres. Si se conocieran, probablemente contribuirían a mejorar el desarrollo
de los procesos a lo largo del país.
Por esto veo
necesario dar a conocer expresiones creativas con las cuales muchas mujeres
están plasmando la memoria histórica de sus regiones. No se logran cambiar las
estructuras si no se conocen, por eso mientras esto ocurre, se pueden adaptar
las formas de comunicar para contribuir a mejorar la calidad de vida.
Sin palabras
y a través del arte de hilvanar en una tela miles de mujeres llamadas
arpilleristas están por el mundo contando los sucesos de violencia que han
tenido que vivir o que les han contado sus padres y madres, entre ellas, las de
la Asociación Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Paz, de la región de los
Montes de María en el departamento de Bolívar en Colombia, ganadoras del Premio
Nacional de Paz en el 2015.
Es triste, la
noticia tuvo impacto a nivel del país, sin embargo no ha llegado el mensaje de
su especial y novedosa forma de comunicar. Las arpilleras son textiles
tridimensionales latinoamericanos que nacieron en Chile. La arpillera
(tela gruesa hecha de cáñamo o yute) da nombre a este tipo de tapiz que se ha
convertido en una herramienta donde cientos de mujeres dejan escuchar sus
voces. Con sus manos y apoyadas en retazos de telas no sólo denuncian, sino que
les permite sanar y perdonar.
No todas las
personas tenemos que expresar e informar por el mismo canal, no obstante, el
conocer y aprender nuevas técnicas para comunicar, contribuirá al
empoderamiento de miles de mujeres víctimas de violencia a lo largo de la
geografía, que no saben cómo denunciar sin poner en riesgo sus vidas y las de
sus familias. El arte contribuye a la no violencia y se puede denunciar desde
él, se puede visibilizar lo invisible con una aguja, un retazo, un
hilo y unas tijeras. No se debe ser experta o experto, es hacer muñecos y luego
construir las historias.
Mujeres
sencillas y cálidas como Roberta Bacic, Ana Zlatkes y Pamela Luke,
van dejando por el mundo no sólo sus experiencias personales, sino también la
semilla de la técnica de arpillera, donde se crean espacios de escucha,
expresión y nuevas amistades para gente de toda profesión y todo nivel
académico.
Al final mis
historias pertenecen a las historias de las sociedades en las que he vivido,
eso construye y transforma, por eso es importante plasmar con alguna técnica de
comunicación o expresión mis vivencias. Un dato, un acto y un reto que pueden
ayudar para avanzar en la igualdad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario