Colombia y el Tolima, escenarios en los que he reiniciado el trabajo social tras 6 meses de reflexión personal después de mi regreso a Colombia. Convivir más de una década en una sociedad interesada día a día por mejorar su calidad de vida me ha dejado marcada para creer que en mi país también podemos vivir mejor.
Las desigualdades evidentes entre hombres y mujeres a nivel mundial, y especialmente en Colombia, me han llevado a informarme, documentarme, sensibilizarme e implicarme con esta realidad social.
Hoy más que nunca estoy segura de que no tendremos que esperar cientos de años para ver más caras felices, especialmente de mujeres. La transformación social depende de toda la sociedad y en general en el mundo hay interés por mejorar este aspecto en nuestras vidas. Ya en Colombia hay un camino iniciado hacia la equiparación de los derechos entre hombres y mujeres, trabajos jurídicos, académicos y sociales. Muchos liderados por mujeres.
Mi compromiso con el feminismo va de la mano con mi profesión. Desde el diseño gráfico y la pintura, lucho y lucharé para que las cosas sean más justas. Que las mujeres podamos decidir sobre nuestras vidas, sin miedos, sin persecuciones, sin cargas que no pedimos que nos pusiera la historia, las religiones, la idiosincrasia, la cultura, la familia, etc.
El objetivo es ver un día un paisaje con las mismas oportunidades entre hombres y mujeres, los mismos derechos y los mismos sueños. Lo estamos haciendo, y como dijo una mujer participante de uno de los talleres de feminismos que acabamos de hacer en el Tolima "pondremos de moda estar en redes de mujeres y ser feministas hasta normalizarlo".
Estamos pintando para informar, sensibilizar, educar y prevenir, hasta erradicar la violencia hacia las mujeres, la violencia hacia el medio ambiente y para construir la paz.